Instinto de supervivencia
Relato publicado en la revista por ejemplo (Para entrar a la publicacion original click Aqui)
“Todo animal
tiene su instinto de supervivencia, sin importar que tan cuerdo sea, cuando el
miedo se acerca, todos quieren vivir o ¿Escapar del miedo?”
El día comenzaba,
el sol volvía a mostrarse en los cielos, dejándose tapar parcialmente por las
nubes, pero a diferencia de los días anteriores, el canto de las aves había
desaparecido, en cambio, los lamentos de los perros fueron los sustitutos para
avisar que era hora de levantarse. Algo había cambiado, algo en el aire o tal
vez en el cielo, Francisco se había dado cuenta de esto, como si su habitación
hubiera cambiado de lugar y junto a ello la posición de las cosas en el
interior.
La televisión
estaba prendida y algo somnoliento, Francisco pudo escuchar al noticiero el
cual estaba informando sobre como el número de suicidios se ha disparado en
toda la mañana, eso hizo acordarse de alguien e inmediatamente trató de
llamarlo, pero el celular mandaba a la contestadora.
Mientras salía de
su departamento de camino al trabajo, Francisco se encontró con su vecina.
—¿Disculpa viste
a manchas? —Preguntó Macarena, mientras buscaba detrás de una gran maceta.
—¿Qué? ¿A quién?
—Dijo confundido mientras los alaridos de los perros impedían escuchar con
claridad la pregunta.
—¡A mi gato!
—Oh, no, disculpa
—Respondía indiferente Francisco, mientras salía del lugar y bajaba por las
escaleras e ignorando el resto de palabras que salía de la boca de Macarena.
Mientras iba por
el centro, se dio cuenta de algo, del como había mucha gente haciendo una cosa
en específico, llamar a sus mascotas, caminaban mirando a todos lados, mientras
que los demás animales, los cuales estaban encerrados en sus respectivos
hogares, se mostraban inquietos, agresivos, incluso algunos temerosos. Tal vez
por un vagabundo que iba gritando por las calles, cosas como que la verdad se
acerca y que ellos solo son ciegos ante un mundo lleno de colores. Francisco
ignoró por completo al lunático y aceleró la marcha.
—Llegas a tiempo
—Aviso el gerente del local de comida rápida.
—¿A tiempo para qué?
—Rafael murió.
—¿Cómo que murió?
—Paso a la mañana,
se suicidó, acaba de llamar su hermana.
—Pero, no lo
entiendo, él se veía bien, no pensé que recaería otra vez —Dijo Francisco
mientras se sentaba en una silla del lugar.
—Yo sé que eran cercanos,
así que podés tomarte el día libre.
Completamente
desmoronado, caminaba sin rumbo, chocando con la gente, hasta que un terremoto
lo trajo de nuevo a la realidad. Lo sacudió con fuerza y vio en el suelo como
se formaron unas grietas, la gente en las calles estaba conmocionada y se
revisaban de que todo estaba bien. Quiso volver a su casa, pero un pequeño
golpe se escuchó a su lado, luego otro atrás de él, volteo para ver que era;
eran pájaros, palomas, en el suelo, agonizantes y moribundas. Luego Francisco
miro hacia adelante por el sonido de un cristal rompiéndose. Otra ave había
chocado con gran fuerza en un auto y como si se tratara de una gran y bizarra
lluvia, cientos de pájaros comenzaron a impactar en el suelo. Francisco se escondió
dentro de un local de ropa, sin embargo, aun así, las aves lograban entrar en
el lugar, destrozando las vidrieras de esta y la sangre era mucho más vistosa
que afuera, por culpa de los cristales rotos. Luego de unos minutos, todo paro
y al parecer ya no había ninguna ave en el cielo a punto de estrellarse. De
todas formas, por todo el día que había tenido, quiso quedarse dentro del
lugar, en silencio y en un rincón.
—Ey, despierta
—Decía con calidez una de las trabajadoras del lugar —Ya se calmó todo y
estamos por cerrar.
—¿Cuánto tiempo
estuve dormido? —Preguntó
—Como dos horas,
tal vez un poco más.
Se levantó
atontado y salió del lugar, queriendo aire fresco, pero el olor a muerte le
hizo dar náuseas y corrió sin rumbo, lejos de allí.
Al cansarse, se
detuvo tratando de recuperar el aliento y cuando subió la mirada, Francisco
miro a una cuadra de donde estaba; allí la playa estaba con muchas personas
amontonadas, llamo su curiosidad. Se dirigió, impaciente y a una velocidad casi
que podría decirse que iba corriendo, algo lo llamaba y él no sabía qué. Cuando
vio el lugar, lo confundió, pero entendió el porqué del amontonamiento. Cientos
de peces, estaban en las orillas, muertos y esto no paraba, todo tipo de animales
marinos, salían del mar, sin importar si eso significaba la muerte. La gente
hablaba entre ellos, no entendían este comportamiento, no podían deducir la
razón de este comportamiento anómalo.
—Dicen que lo de
las aves, no es que están lloviendo animales —Indico un señor a su mujer —Según
en internet, dicen que las aves tratan de volar en línea recta hacia arriba y
al asfixiarse por la falta de oxígeno, caen desmayados a tierra.
—¿Pero por qué harían
eso? —Preguntaba la mujer un poco preocupada.
Francisco pensó
en esas palabras y trato de llegar a una conclusión, quería pensar, que unía
todas estas cosas, que era lo que las originaba, pero otro gran terremoto, le
sacudió las ideas. El mar comenzó a agitarse y mientras el terremoto no solo no
se calmaba sino aumentaba cada vez más; vio como el mar parecía partirse en dos
como si se tratara de un evento bíblico.
A una gran
distancia el suelo formaba grietas insanamente grandes y de allí algo emergió.
Francisco entendió muy bien todo, ahora todo tenía sentido, Rafael, las aves, los animales terrestres y marinos… cuando Francisco vio como esos gigantescos seres salir de la tierra y del mar, junto a tornados y tifones. De apariencia indescriptibles pero grotescas… Francisco supo, que no eran síntomas de un mundo desvariando, ellos simplemente querían escapar del peligro a toda costa, era su instinto de supervivencia.
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